Hablemos un
poco sobre Historia de Puerto Rico y la etapa de colonización. Con sus
excepciones de rigor, me atrevo a asegurar hoy día que si preguntamos a
diferentes personas acerca del proceso de conquista y colonización, la mayoría sin
lugar a dudas contestarían: -“Bueno primeramente Colón llegó con 3 barcos: La
Pinta, La Niña y La Santa María. Descubrieron a Puerto Rico y entraron un 19 de
noviembre, ¿o fue un 12 de octubre? Bueno en una de esas dos fechas, trajeron
negros y nosotros salimos de la mezcla de la tres razas: la taina, la española y
la negra”-. ¡Que resumen más malo el que escuchamos a diario por ahí! Antonio
S. Pedreira en Insularismo bien recalcó que de la fusión de esas tres razas partía
nuestra con-fusión. Al puertorriqueño siempre se le ha tildado de dócil.
Concepto que en boricua definiríamos como: fácil de dominar. Este mito (porque
eso es) ha calado profundamente en nuestras mentes. Desde pequeños se nos enseña
en nuestras escuelas una historia superficial para deformar nuestra conciencia
y precisamente allí radica el problema actual del puertorriqueño. No sabemos de
dónde salimos y menos hacia donde vamos.
Nuestros
tainos se encontraban en la etapa de cacicazgos, una sociedad mejor organizada
que las tribus y las bandas. Ese proceso se vio interrumpido con la llegada de
los españoles y su economía mercantil. ¿Por qué llegaron hasta las Antillas? ¿Cuáles
fueron las causas y motivos? La respuesta la encontramos en la batalla de
Constantinopla cuando los turcos otomanos vencieron. La iglesia católica,
cuando Constantinopla les pidió ayuda militar, le negaron las tropas por el
simple hecho de no querer convertirse al catolicismo y en ese momento se entorpeció
el proceso comercial de Europa con el Medio Oriente. Es en este instante cuando
aparece la figura central (que ponemos como héroe cuando no lo fue, no lo ha
sido y no lo será) el almirante Cristóbal Colón. Portugal ya había hecho rutas
hacia África, era la potencia colonizadora y por tales motivos no necesitaban a
Colón. Él decide partir a España y se crea el documento las Capitulaciones de
Santa, contrato de exploración y conquista, donde la Corona concedía a Cristóbal
Colón el título de virrey en la tierras conquistadas en el 1492.
Comienza la
travesía y llegan primero a las Bahamas y luego a Santo Domingo, lugar que
bautizan como La Española. A su llegada hicieron contacto en el cacicazgo de
Marien con el cacique Guacanaguarí. Fue un encuentro amistoso pero que más
tarde evocaría la furia de dos caciques: Caonabo y Guarionex. Colón se fue y
regresó, pero esta vez con 17 barcos. Allí formó su imperio, donde esclavizados
y ejecutados serian los indios malos (aquellos que se oponían a este nuevo régimen)
como Caonabo y Guarionex, que fueron entrampados, apresados y tirados al mar
para que se ahogaran casualmente durante una tormenta. Mientras eso ocurrió en
las Indias (las Antillas), en Europa firmaban la Bula Papal en el 1493,
otorgada por Alejandro VI (padre de Cesar Borgia y primo de Fernando de Aragón)
donde constaba el derecho de España para evangelizar las tierras descubiertas.
A eso Portugal le hecho frente con el Tratado de Tordesillas en el 1494, para
que se trazara una línea imaginaria donde se establecería el repartimiento de
las tierras descubiertas. Portugal se quedó con Brasil y lo demás se lo llevo España.
Desde La Española, reclamos se hicieron a la Corona sobre el abuso de poder que
tenían los Colón y nombraron al juez Don Francisco Bobadilla como gobernador
interino de Santo Domingo para quitar a Cristóbal del medio.
Nicolás de
Ovando fue designado gobernador general de las Indias (las Antillas) y Juan
Ponce de León ya estando en Higüey, Santo Domingo, pide permiso para ser una expedición
secreta en mi isla Borinquén, es decir Isla de San Juan Bautista y luego Puerto
Rico. Su primo Juan González que ya hablaba la lengua taina fue el primero en
cruzar desde Añasco hasta lo que conocemos como San Juan hoy día. Desde este punto partimos con todos los
sucesos siguientes de la fundación de Caparra y el comienzo de la minería de
oro. En San Juan era donde se concentraba
gran parte del oro que codiciaban los colonizadores. Ese desenfreno codiciador llevó a la extinción de los tainos. No porque
no aguantaran el trabajar, sino porque el abuso fue extremo. Su jornada laboral
se llamó la demora y duraba ocho meses, 12 horas. Su pago era un peso de oro
que jamás vieron, pues le pagaban la cacona, es decir con ropa. Sin embargo la
corona se llevaba el 20%, los Colón (Diego Colón hijo de Cristóbal) 10%, la
iglesia el diezmo que cobraban en especias y con todo, tenían indios
esclavizados para la fundición del oro. Durante este proceso caciques como
Agueybana el Bravo, Urayoan y Hucuyoa se levantaron, existen las primeras
fuentes que así lo confirman. Aquí surge una división de sacerdotes entre los
franciscanos y los dominicos, unos a favor y otros en contra de la esclavitud y
el régimen de la Encomienda. Pero no fue hasta el 1532 cuando se hizo un censo
donde Francisco Manuel de Lando informó el descenso de la mano de obra taina. ¿Dónde
falla nuestra educación en nuestra historia si la documentación existe? ¿Radica
en la falta de interés?
Nuestras raíces
indígenas fueron luchadoras y guerreras, que no se inmolaron fácilmente ante
los otros. Ahora nos doblegamos ante los que tienen corbata y se sientan horas
y horas cobrando un sueldo que ningún otro empleado público se gana aunque lo
trabaje. Llevamos muy en alto el sabor africano que corre por nuestras venas,
la mentalidad del blanco para mandar pero se nos ha olvidado la braveza del
indio taino para luchar.
Identidad
tenemos de sobra y es hora de sacarla a flote. No somos anuncios de estrellas y
banderas solamente. ¡Somos más! Somos un pueblo que lucha para subsistir y se
levanta con conciencia, aunque seamos la minoría. Es tiempo de contagiar con
sabor pero a la vez con letras a una masa que enriquece al capitalismo y se
hace cada vez más consumidora. ¡Puerto Rico, es hora de volver a luchar!
Mosco,
Francisco. Cabrera, Lizette. “Historia de Puerto Rico.”
Puerto Rico: Santillana, 2008
Puerto Rico: Santillana, 2008
Pedreira,
Antonio S. “Insularismo: Intermezzo una nave al garete.”
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