miércoles, 21 de agosto de 2013

¡Dorcas, quiero escribir!


 
Estuve compartiendo con un hombre de quien he vivido enamorada (por su versatilidad teatral) desde que subió a escena junto a mí, realizando innumerable obras de teatro y dándole vida a personajes que había escrito exclusivamente para ser representados por Peter Santiago. Hace tres semanas, una tarde, me encontré con él. Venia vestido con su uniforme de trabajo, una libreta y un lápiz. Se sentó y sus primeras palabras fueron: “¡Dorcas, quiero escribir!”.  Sin perder tiempo me presento su propuesta. Comenzamos por el principio: identificar que quería escribir, para quien (aunque las letras del corazón las deberían de leer todos) y con qué propósito. Todas las preguntas me las contestó firmemente. De ahí pasamos a la estructura, a la ortografía, referencias… En fin, habíamos pasado toda esa tarde juntos.
 
Hoy durante la mañana me llamó para decirme que quería reunirse conmigo a pesar de que ayer lo había visto y mañana volveré a verlo. Yo acudí a esa cita que de emergencia había surgido. “Siéntate Dorcas, lee y dime, si esto esta correcto o no lo está”.  Yo lo leí con detenimiento y precaución. Lo mire fijamente con una expresión fingida de preocupación. Hubo un silencio. Se sentó. Miró su teléfono. Lo apagó. Parpadeó. Respiro hondo y me habló. “Está mal, ¿verdad?”. Aterrado con cara de pocos ánimos su mirada decayó al suelo. Yo levante su quijada, pase mi mano por su mejilla y le conteste: “Ahora sí que es verdad, estoy preocupadísima (con una sonrisa en mi rostro), si yo tengo Agujeros en el Agua tu abrirás pronto Vuelo de Pez o algo similar, porque me encanta tu manera de escribir”. Sonrió y dio un salto. Besó mi mejilla y susurró a mi oído: “No vuelvas a asustarme de esa manera”. Me dio un mal de risa, pues, sus palabras fueron más sutiles de las que esperaba.
Gracias Peter Santiago. Gracias por hacerme parte de tu vida y parte esencial de tus letras. Mis respetos.
Dorcas Figueroa

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