“El arte puede resolver unas cosas que la matemática
no puede…”, esas fueron las palabras de Zora Moreno una mañana del mes de
julio.
El día a día del teatro en mi país está marcado
por un desconocimiento total en la mayoría de los jóvenes que están interesados
en aprender teatro, con sus excepciones de rigor, como bien decía una profesora
que tuve. ¿En qué radica ese desconocimiento: en falta de interés o en desapego
cultural? La única respuesta que encuentro a esta interrogante es simplemente
porque se han desarraigado de lo de aquí. Están tan fascinados con cosas que
vienen de otros países que sus aspiraciones la mayoría de las ocasiones no es
hacer en su tierra y es una verdadera lástima. No digo que sea malo, pues un
joven mientras más aprenda mucho mejor y más en este campo pero debemos de
expandir nuestros conocimientos cuando verdaderamente sabemos con certeza
quienes somos, que se ha hecho y hacia dónde
vamos y aunque en la marcha se aprende,
siempre poner un poquito de interés de nuestra parte, nunca está de más.
Cuando yo descubrí la grandeza y la calidad de
los artistas de mi tierra, me enamoré
más de aquí y me comprometí conmigo misma
a ser agradecida con cada uno de los que estuvieron antes que yo por dejarme un
legado histórico maravilloso.
(Johanna Ferran y Zora Moreno, despues de la funcion de Juancho Cultiva en Puerto Rico, en el sector La Vega)
Dentro de esa historia, te contaré una que me
tocó de cerca y por la que me siento sumamente bendecida. Hace unos cuantos
años ví una obra con parte del grupo de Teatro Rodante dirigido por mi maestra
y segunda madre Johanna Ferrán. La obra trataba del joven Barbosa y hubo una
actriz que cuando todos salimos de la obra y fuimos a comer a McDonald’s fue el
tema de conversación. Ella era Zora Moreno. Yo ya había leído su biografía
tiempo atrás en la página web de la Fundación
Nacional para la Cultura Popular. Tiempo después la volví a ver, fue para una
fecha cercana a mi cumpleaños en la
apertura de un festival de teatro, donde se había presentado la Zapatera
Prodigiosa de Federico García Lorca. La emoción no cabía dentro de mí, tengo
que confesarlo. Pero un día y creo que uno de los más dichosos de mi vida tuve
la oportunidad de trabajar con ella en su teatro popular. Un teatro del pueblo
y para el pueblo con su obra Juancho Cultiva en Puerto Rico, incluida también
en su libro: Trilogía de Musiteatro Popular. En los ensayos me di cuenta que
Johanna me observaba y notó que tenía una sonrisa en mi rostro, pues era la
primera vez que representaba teatro que hablaba de mi tierra y junto a grandes
artistas de aquí, pero sobre todo apreciar la versatilidad de esa gran mujer me
hizo reflexionar de lo mucho que hay que hacer para llevar arte.
No sé si es cosa mía, pero no hay día que vaya
a Loíza al centro EduCultural Yuisa y fije mi vista en las fotos que se
encuentran allí. Son parte de un recorrido de las cosas que ha hecho Zora con
Flor de Cahíllo. Confieso que al verlas
siento el corazón apretado, pero de la emoción, que lleva ver tanta historia.
Algo puedo asegurar y es que falta mucho por
hacer y conocer, porque el pueblo necesita saber y el arte es la mejor manera
para llevar el mensaje, pues logra sensibilizar al contrario de las matemáticas.
La cita del principio, fueron palabras
que retumbaron en aquel instante en mi cabeza y aún al sol de hoy están presentes
pues su dulce voz sigue en mi mente y
sus palabras están atesoradas en mi corazón.
¡Que viva el teatro popular y su historia!
Dorcas Figueroa